miércoles, 16 de febrero de 2011

Doble filo

No soporto ver como una aguja se enclava en la carne; ni siquiera en las películas. Se que es absurdo, ni yo logro entenderlo, pero me supera... Hasta en el trabajo procuro mirar para otro lado cuando pincha algún compañero. No me queda otra...

Y es curioso; aquí estamos... En un "mano a brazo", pero esto es diferente... Y no es lo mismo porque esta vez soy yo el que tensa el compresor para saturar de sangre tus venas, palpando casi a ciegas en este callejón oscuro un tramo de menos de dos centímetros donde colocarte un abocat del 18... Ver no veo nada, pero no preciso la guía que tiñe de verde el camino correcto a través de tu piel cianótica. Solo necesito silencio y mis manos; ese silencio que no voy a encontrar ni en la situación, ni en la policía, ni en los vecinos que se asoman a las ventanas. Busco ese silencio en mi, pues me hace decidir cuando es el momento y ahora con el visel de la aguja hacia arriba, se que tengo tu último aliento de vida en la punta de mis dedos.

- Cierra los ojos y no respires que nos la jugamos - (Tú, y yo...).

Se que no vas a contestar, pero tenía que decírtelo, en confianza... A la par mi metal resvala atravesando la epidermis, relentizándose en tu dermis... Buscando el plano y la trayectoria adecuada, avanzando despacio hasta topar con tu tejido subcutaneo, donde dispara su tempo hasta acariciar la capa muscular de tu vena, enquistándose unas milésimas de segundo y rompiendo; puedo notar el golpe de sangre, un leve pulso fluir a través de la luz milimétrica del cateter, como un torrente incipiente y tímido que busca su salida hacia el mar, brotando asustado a traves del fiador que sujeto suavemente entre el pulgar y el índice...

Y pienso en nada, mientras enrosco la llave de tres pasos que sujetaba, envuelta en su envase con la boca... - ¿Te he dicho alguna vez qué no soporto ver un pinchazo?- (Que quede entre tu y yo...).

... Entonces y solo entonces se rompe el silencio; mi silencio. Ese que se hace en mi interior y me permite seguir adelante, arrodillado en tu propia sangre, intentando que no te vayas esta noche, al menos no esta noche... Y se que no mirarás hacia arriba para responderme, es más; se que nadie de los que aquí están mirarán hacia arriba y todos callarán también en su silencio roto por las sirenas que se acercan, o que se alejan, quien sabe... Nadie busca ya los ojos de nadie, porque creo que ellos tampoco soportan ver como clavo la aguja en tu brazo, o tal vez sea en sus retinas...

Y pienso en nada, mientras fijo la vía con esparadrapos, con la esperanza de que sea alguna de esas tiras pegajosas la que consiga aferrarte a la vida... (Pero esto que tampoco salga de aquí, en confianza, porque puede que ninguna te agarre lo suficiente y al final te vayas...). No se que edad tienes, ni se tu nombre y seguramente jamás lo sepa (tampoco es que me importe mucho a tres grados bajo cero, solo tengo las rodillas calientes en este, tu charco rojo y los nombres me van dando ya un poco igual a medida que van pasando los charcos...), pero no me negarás, y yo no puedo negarte, que fue bonito mientras duró; no creo que haya mucha gente que conociera en vida las ténues ramificaciones de las venas en tus brazos como yo ahora mismo, en tu muerte, milímetro a milímetro, palpando con las yemas de mis dedos adrenalínicos un camino verde cianótico que no veo, que pueda traerte de vuelta y rompa nuestros silencios, ensordezca las sirenas y nos devuelva las miradas ciegas en este callejón oscuro.




"Querido silencio; todo eso que nunca hablamos, que quede entre tú y yo... Y ahora cuando recoja mis cosas y me vaya sin mirar hacia arriba; le dejaré solo, cubierto con una manta aunque ya jamás pase frío... Acordonando su despedida con cintas blancas y azules, adornado en su carne con doble filo metalíco hincado a tres grados bajo cero (uno fue el cuchillo que le quito la vida y el otro, mi aguja que en vano intentó devólversela). Dile que no tenga miedo, que yo cuando me arrodille en su cálida sangre y a ciegas intenté aferrarle a este mundo con tan solo unos esparadrapos, tampoco lo tuve".

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