Hoy no utilizaré convencionalismos para darte alas, ni repudiaré las cosas que nunca hice y siempre quise en mi retina. No besaré tus dedos, ni enfriaré los ánimos desbocados con soplos de ternura... No desvestiré tus santos excomulgados, ni arrasaré los campos yermos de tus penumbras... No puedo ventilar los cuartos vaciós de ilusiones, ni llenar los tercios de amores incompletos... Solo déjame que me pierda un rato en tu pupila, mientras te escribo con mi mente desnuda, temblando entre los recovecos del destino.
Hoy no cambiaré estrellas por polvo de hadas, ni rechazaré una sola de tus gotas de sudor en el rocío de amantes madrugadas... No lameré tu escarcha, ni calentaré tus manos con aliento de sueños... No arrugaré más los terciopelos que te cubren, ya no clavaré mi azada en los surcos de tus ojeras... No quiero respirar nada que no sea tuyo y esté lo suficientemente lejos de nosotros como para no ser nuestro... Solo déjame que me encuentre un instante en tu mejilla, que repose mis letras vestidas, con pulso firme entre las líneas de la suerte.
Ayer, puede que fuera demasiado pronto y mañana puede que nunca llegue...
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