jueves, 10 de noviembre de 2011

Decirle al amor...


Hoy la tormenta del torbellino de tus ojos azotó mi alma
y me hizo confundir nuevamente, no saber interpretar...
Ver hadas caprichosas reflejadas en las ollas de la cocina,
oír voces que me reclaman en el reloj cansado del corazón
que palpita nuevamente con esa tensión intensa y sostenida
de mil jodidas bombas atómicas que estallan violentamente.

Temblar de frío, dormir de insomnio en el calor de tu noche,
ver a todos mis muertos, en fila, venir a visitarme, despacito...
Estar en la solitaria orilla de la cama pensando si levantarme.
y no comprender lo doloroso, que fue y que es haberte perdido,
mientras oigo a todo volumen los gemidos de mi conciencia
que barrenan mis oídos, sin piedad alguna, sin prisa ninguna.

Hoy estoy en la mira de los escuadrones del arrepentimiento.
Vivir solo... Sin tus labios, sin tus besos, sin tu ilusión marchita...
Sentir escalofríos al salir de casa y ver a la muerte con su guadaña
esperando a mi cuello tras la puerta del ascensor cada tarde.

De pronto, recuerdo una vez mas que he estado en el purgatorio
cuatro veces, las cuatro contigo, de tu mano siempre cogido...
Respirar hondo, exhalar fuerte, hasta que me duela el pecho
y volar a las alturas con los ángeles, como un estúpido muñequito.

Me gusta beber vino y comer dátiles con bacon, sin sabor alguno.
Sin sentir ese gusto, esas arcadas, esa amargura que me regalas
mezclada con aquel recuerdo que me hizo llorar entre tus brazos.


Y ya no se vivir sin ti...

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