miércoles, 9 de noviembre de 2011

Solitarios pasillos...


Grito que hiere la vida y rompe la caracola de nacar,
el bisturí corta los versos de angustia enmohecidos
que un día se escribieron solos, en los fríos quirófanos
donde hoy solo duerme la esperanza de los ilusos.

Mármol blanco nos espera más tarde, más pronto quizas,
coagulando triste la sangre que ya no es vino, ni es nada,
la vida del pobre diablo que camina erecto entre camillas,
entre partituras del miedo y sábanas de nuestras lágrimas.

El moribundo... En anciano... El joven... El niño...

Los sueños rotos viajan en sillas de ruedas, ya no caminan,
vagan por los pasillos detrás del dolor que nos da de comer
y mantiene sus almas atrapadas a nuestras batas blancas
sin formas y sin nombres, tras ese cristal que nos viste.

El eco de los lamentos se desliza bajo la puerta cada noche,
y la frágil memoria se evapora en busca de otros lugares...
Aprendí a no buscar respuestas, pues estas ya no me nombran,
solo buscar sombras de lo que ahora no somos, pero seremos...

Un niño... Un Joven... Un Viejo... Un moribundo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario