domingo, 30 de octubre de 2011

Líneas paralel@s


Me limité a pasear por la calle al atardecer y mirar con calma a la vida, que muere de una manera muy normal, segundo tras segundo, escapándose entre brisas, como aquellos días en los que me despertaba sin temor a la soledad o al rechazo. Volví caminando a vivir su tiempo sin horas, a sentir su aliento sin rostro, a gozar de sus pasiones obsoletas y ver sus farolas otro año, encenderse una hora más tarde.

La observé en cada esquina de su bullicio, sin que ella se percatara de mis deseos, sin que ella se diera cuenta de lo cerca que estaba de su espalda, tal vez me viniera de frente; es difícil saberlo... Solo puedo asegurar que me dediqué un buen tiempo seguirla y la espié en sus quehaceres paralelos a cualquiera de mis actos, en los pasillos del laberinto de latidos y respiraciones que se sucenden en mi cuerpo. Y puedo afirmar con toda certeza que allí estuvo inamovible, entrelazada en las gentes, las cosas y los rincones de todo cuanto me rodeaba.

Mire a donde mire, quiera o no quiera, los ojos de la vida se enredan en cada uno de mis pasos... Ahora que ya voy sabiendo de que va este juego y se me hace difícil escapar de su memoria, es mejor limitarse sin fronteras y regalarte a ti mismo la calma que ella jamás te otorga, transformada al final de todo, en la memoria de una caja de madera.
No puedo negar que sus deseos, lejanos a mi falta de sentido común e instintos de supervivencia, se aferran a mí para darles forma y libertad, pues sólo necesito conocer que ellos son el fuego que avivará de nuevo la sonrisa que tanto anhelo, escóndida tras las hojas que ahora van vistiendo el suelo del parque.

Un motivo, una razón y más que mover el mundo, tal vez empiece a moverme yo de una manera algo más coherente, más ordenada y si me esfuerzo, incluso pueda darle un sentido a cada paso antes de acabar volando al viento en cenizas.
Lo reconozco; sigo perdido en sus mensajes, interpretando sin llegar a entender sus señales en cada amanecer; siempre encuentro las palabras que nunca quise oir, que han alimentado el veneno de mi sinrazón, y que probablemente serán parte de mi destino, cuando ella ya no esté a mi lado y me busque una excusa para marcharme.

Es triste darte cuenta que después de tanto caminar, he de volver a casa mientras la noche cae con su silencio; debo mantener la cordura una hora menos para poder escribir otro día más, quizá otro día cualquiera. Todo lo que hoy siento, lo que admiro y lo que deseo se puede resumir en un último suspiro de seguridad en mi almohada, un leve roce de su luz guiándome en mi sueño y un eterno abrazo que me inunde de su paz entre las sábanas de mi cama.


Ayer, quizá fue un día cualquiera en la vida, pero no en una vida cualquiera, sino en la mía... Eso me alegra, aunque no alcance a entender los motivos, se que puedo seguir respirando sin cenizas, sin cajas.
.. Relamente no tengo nda mejor que hacer, de momento.

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